
S oy madero. Afuera cuelga en oscilante ocio la fruta que cae y se fermenta. En la corteza el bálsamo marca la piel de quien busca reposo. Quien me iguale lo sacudirá el viento. Sabrá de inclinación y ruptura. Querrá ser fuego que no sangre. Bestia, dios, hoguera de espigas. Contemplad los pájaros picotear Hasta crear el surtidor de aserrín que estiban al amanecer caravanas de hormigas. Todo resguardo, sin distinción. Luz que verdea cuando los amantes se tumban fuera o dentro del bosque. Ámame mientras dure. Detrás del puente cuyos pilotes atañen a los talados troncos que a veces sangran Dentro del tren que surca entre los arcos cuyas sombras enarbolan Esperad mi ascensión y hurgare con dóciles golpes los ventanales del aposento.