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Mostrando entradas de septiembre, 2018
De la palabra a la plástica: dos artistas polifacéticos ELENA IGLESIAS Especial/El Nuevo HeralEl Nuevo Herald Empezó a escribir a los 18 años y hoy tiene 28 libros publicados, entre novelas, ensayos y poemas. ''Estoy feliz con mi obra'', dice el escritor y pintor cubano Carlos Díaz Barrios, que salió al exilio en 1980. Afirma además que siempre ha tenido interés por la pintura. ``De niño tuve la suerte de conocer a importantes pintores cubanos que me marcaron. Por ejemplo, mi abuela era amiga de Amelia Peláez y yo le llevaba casi todos los días a Amelia un dulce de su parte. Ella siempre quiso regalarme un cuadro, pero en esa época su pintura me parecía muy femenina y nunca se lo acepté. Hoy me pesa. Solamente al final, me regaló una jarra de cerámica azul donde tenía los pinceles, que siempre guardé con cariño''. Para Díaz Barrios, pintar es como correr una ventana y ver como sale el sol. El artista ha pintado febrilmente desde
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18 diciembre Exposicion De la palabra a la plástica: dos artistas polifacéticos ELENA IGLESIAS Especial/El Nuevo Herald C.M. Guerrero/El Nuevo Herald 'Jinete hacia el abismo", de Alejandro Lorenzo. Empezó a escribir a los 18 años y hoy tiene 28 libros publicados, entre novelas, ensayos y poemas. ''Estoy feliz con mi obra'', dice el escritor y pintor cubano Carlos Díaz Barrios, que salió al exilio en 1980. Afirma además que siempre ha tenido interés por la pintura. ``De niño tuve la suerte de conocer a importantes pintores cubanos que me marcaron. Por ejemplo, mi abuela era amiga de Amelia Peláez y yo le llevaba casi todos los días a Amelia un dulce de su parte. Ella siempre quiso regalarme un cuadro, pero en esa época su pintura me parecía muy femenina y nunca se lo acepté. Hoy me pesa. Solamente al final, me regaló una jarra de cerámica azul donde tenía los pinceles, que siempre guardé con cariño''. Para Díaz Bar
Nací en una Cuba que ya no existe, en una Habana que de tanto recordar ahora es invisible, 1953, año de la Serpiente, en Abril, un 18, la primavera, tiempo de suerte. Nací medio estrangulado, al parecer no quería salir, fue en la Calzada del Cerro, en un hospital con nombre de virgen, frente a un tren de lavados, allí los chinos y sus fogosas mujeres, al lado de un convento de muchachas inútiles. Estudié arte porque no quería ser químico azucarero, ni mecánico de carreras de autos. Escuela San Alejandro, desdibujaba, malas notas, buen profesor de historia de Arte, Alejo, buenas notas. Persistí como pintor hasta los 70, fui expulsado y terminé en los bosques del Este, en las montañas, comencé a escribir versos incendiarios, nada de eso queda, quizás algún que otro poema en los archivos de los que hoy son viejos gendarmes.