Al memorable Heberto Padilla
Al memorable Heberto Padilla Contra humo y ceniza, amigo. Que no reduzcan nuestras vidas a eso. Tratemos que el olvido no nos venza, que la mesa en desorden no impida escribir sobre el paraje donde se depositan las mejores ilusiones. Llega el verano y demasiado resplandor impide mirar de frente a las esbeltas muchachas que nada saben de ti, pero que con seguridad te hubieran amado. Si conocieras a la que inspira mi atardecer, mandarías a una escuadra de poetas rusos que dispararán contra esta repentina locura. Así a veces somos, tercos, pretenciosos. Nos tambaleamos, estamos a punto de cerrar los parpados, y a pesar de esto, creemos con inusual vehemencia en el nuevo rostro que se acerca. Que no te rompan la alianza, que no te impidan cenar con la loba solitaria en el radiante huerto. Ya bastante nos han encausado, asustados hemos ido por el mundo… San Francisco, C.A. 2000